viernes, 5 de junio de 2015

Consejos para la vista cansada

Consejos para la vista cansadaLlega una edad en la que, de pronto, empezamos a ver borrosa cualquier cosa que está a menor distancia que la longitud de los brazos. La vista se ha cansado y ha llegado la presbicia, un proceso natural que aparece sobre los cuarenta años y que se va agudizando con el paso del tiempo. Para afinar el enfoque, conviene entrenar y cuidar la vista.

Todo empieza alrededor de los cuarenta años. De pronto, los brazos se te quedan cortos para leer el periódico. Te parece que la letra de los prospectos de los medicamentos es cada vez más pequeña. Te resulta imposible enhebrar una aguja. Si ves bien de lejos, pero empiezas a ver borroso de cerca, lo más probable es que tengas presbicia, o lo que es lo mismo, vista cansada. Antes de empezar a pensar en qué tipo de gafas vas a comprarte, prueba a seguir estos consejos que pueden ayudarte a ver mejor (te conviene hacerlos incluso si ya te has comprado las gafas).

Cerca y lejos

En parte, el problema del envejecimiento de los ojos se debe a que el cristalino se va haciendo menos flexible con el paso de los años. Si ejercitamos los músculos que controlan el diafragma, podremos retrasar algo esa falta de nitidez visual. He aquí una forma de hacerlo: recorta titulares de periódico de tamaño decreciente; toma el de mayor tamaño y manténlo a unos 30 centímetros de la cara (puedes pegar el titular en un lápiz, para hacerlo más fácil); vete acercándolo a la nariz, enfocando la vista en las letras; vuelve a alejar el recorte de la cara. Repite el procedimiento con cada uno de los recortes, hasta acabar con el más pequeño. Si persistes, podrás llegar a leer hasta la letra más pequeña de las etiquetas.

Sigue el pulgar

Estira el brazo derecho y levanta el pulgar. Mueve el pulgar en círculos y luego en ochos, acercándolo y alejándolo de la cara. Sigue siempre el dedo con los ojos.

Cambio de enfoque

Si te pasas mucho tiempo delante del ordenador con los ojos fijos en la pantalla, los músculos de los ojos pueden quedársete “trabados” temporalmente. Por eso, cada 10 minutos, cambia el enfoque, mirando unos segundos a un objeto situado a 2 ó 3 metros, luego a un objeto situado a un metro y finalmente de nuevo a la pantalla. Repite el ejercicio tres o cuatro veces.

Luz potente

A los sesenta años, necesitamos una luz 6 veces más potente que la que usábamos a los veinte años para realizar las mismas tareas. Con luces más intensas, las pupilas se hacen más pequeñas y la visión es menos borrosa. A la hora de elegir una lámpara, opta por bombillas incandescentes de alto voltaje; permiten una mejor visión que las lámparas fluorescentes.

Al elegir las gafas

La única pega de las gafas de “probar y llevar” que se venden en las farmacias es que tengan distorsiones. Para averiguarlo, sostén las gafas con el brazo extendido y mira a través de ellas mientras vas moviéndolas en círculo. Si ves la imagen desenfocada, elige otras. Si las gafas de usar y tirar te dan dolor de cabeza o te cansan la vista, no dudes en acudir al oculista para que te recete unas “ a medida”.

Alimentar la visión

Si tienes presbicia, te conviene prevenir otras enfermedades oculares que podrían reducir aún más la visión. La mejor forma de hacerlo es mediante visitas regulares al oculista y a través de una dieta sana y equilibrada. Un estudio de la Universidad de Harvard ha comprobado que una dieta que contiene buenas cantidades de alimentos ricos en vitaminas E, C, A, betacaroteno y vitaminas del complejo B ayuda a prevenir problemas como las cataratas, la degeneración macular, el glaucoma y la conjuntivitis.






El peso después de los 50

El peso después de los 50¿Has engordado después de los 50? No eres una excepción. A partir del medio siglo, nadie tiene la misma silueta que cuento tenía 18 años.

Nuestro cuerpo está íntimamente ligado a parámetros hormonales, psicológicos y físicos, por lo que cambia a lo largo del tiempo.
En la mujer, la llegada de la menopausia suele tener consecuencias en la línea. Por una parte, los cambios hormonales llevan a una mayor acumulación de grasa en el abdomen, y menor en caderas y muslos; aumenta la retención de líquidos y se incrementan las ganas de comer, lo que se suele traducir en la necesidad de picar entre horas. Los hombres, por su parte, tienen a perder masa muscular en beneficio de la grasa.
El aumento de peso en la mujer madura quedaba plenamente reflejado en el estudio antropomórfico realizado por el Ministerio de Sanidad hace unos años con el objeto de unificar las tallas de la ropa. En él se ponía de manifiesto que el 65% de las mujeres de entre 50 y 59 años tenían sobrepeso u obesidad, un porcentaje que se incrementaba al 77,5% entre las que contaban entre 60 y 70 años.
Hombres y mujeres que traspasan el medio siglo deben saber que sus metabolismos basales tienen a desacelerarse, por lo que precisan ingerir menor número de calorías y necesitan incrementar el número de actividades que eviten la acumulación de grasa (gimnasia, caminar, footing, bici…). También conviene, para evitar el picoteo, hacer una merienda, y establecer un día de vez en cuando para darse un determinado capricho de esos que engordan.






Alimentos para prevenir el Alzheimer

Alimentos para prevenir el AlzheimerLa alimentación es uno de los factores que influyen en el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer. Por ello, es importante que tratemos de cuidar nuestra dieta incluyendo alimentos que protegen a nuestro organismo de desarrollar esta enfermedad.

Existen determinados alimentos que reducen el riesgo cardiovascular han demostrado que pueden proteger las neuronas y por tanto reducir las posibilidades de desarrollar la enfermedad de Alzheimer. Esos alimentos son “altamente protectores”.
  • Las frutas y verduras, en especial las de tonos intensos u oscuros. Entre las verduras con mayor capacidad preventiva se citan las espinacas, las coles de Bruselas, el brócoli, la remolacha, los pimientos, las berenjenas, las cebollas moradas... Entre las frutas, destacan las pasas, ciruelas secas, moras, uvas negras, fresas, cerezas, arándanos...
  • Los pescados azules, ricos en ácidos grasos omega-3. Atún, caballa, salmón sardinas, chicharro, boquerones, trucha... son una maravillosa fuente de grasas protectoras.
  • Los frutos secos, ricos también en aceites protectores y en vitamina E. Almendras, nueces, avellanas y pacanas son especialmente recomendables.
  • Cantidades adecuadas de aceite de oliva virgen para cocinar. El aceite de oliva virgen aumenta los niveles de colesterol HDL (el “bueno”, que ayuda a eliminar el colesterol “malo” o LDL) y protege las neuronas.
  • Especies como la cúrcuma, presente en el curry (su consumo parece evitar la formación de las placas características del Alzheimer en el cerebro; de hecho, la India, el país donde más curry se consume, es el que menos incidencia de Alzheimer tiene en el mundo).
  • Algunas vitaminas. Varios estudios sugieren que las vitaminas E y C tomadas conjuntamente, y también la vitamina B12 y el folato podrían ayudar a prevenir el Alzheimer. Una dieta variada puede asegurarnos dosis suficientes de esas vitaminas y de los oligoelementos necesarios para que el organismo las utilice eficazmente.
En cambio, conviene eliminar totalmente de la dieta las grasas trans presentes en algunos alimentos procesados, las grasas trans aparecen confusamente identificadas en las etiquetas como “grasas hidrogenadas” o “parcialmente hidrogenadas”. Otros alimentos que conviene reducir: las grasas saturadas (de origen animal), las harinas refinadas (en pan y bollería blancos, pasta blanca...) y el azúcar. Un recientísimo estudio de la prestigiosa Escuela de Medicina Mount Sinai de Nueva York demuestra que una dieta baja en calorías pobre en hidratos de carbono puede reducir e incluso revertir los síntomas de Alzheimer.