jueves, 15 de enero de 2015


Cómo elegir médico sin equivocarse

Elegir médico o especialista es un dilema que se plantea de manera frecuente si decidimos acudir a la medicina privada. Cuantos menos errores se cometan al escoger un profesional de la salud, mayores garantías de éxito terapéutico tendremos. La calidad de la información y la atención son dos factores determinantes a la hora de evaluar la calidad profesional de un médico.
¿Qué factores hay que tener en cuenta para depositar nuestra confianza en un facultativo? ¿Cuáles son los indicadores de que estamos recibiendo una adecuada atención médica? ¿Cómo se pueden conocer la experiencia y cualificación de un médico de antemano? Conocer la respuesta a estas preguntas es decisivo para la salud.
En medicina, como en otras actividades profesionales, hay médicos buenos, menos buenos y mucho menos buenos. Por eso, cuantas menos equivocaciones cometa en la elección del médico o especialista, mayores garantías de éxito terapéutico obtendrá.
Una de las informaciones más asequibles sobre los médicos la facilitan otros usuarios: el testimonio de los pacientes suele dar una idea de cómo actúa un facultativo, el grado de atención que dedica, sus honorarios y la eficacia de sus actuaciones.
Además, los fallos de un profesional son mucho más comentados que sus actuaciones positivas, por lo que si obtenemos referencias favorables sobre un profesional, podemos estar bastante seguros de que esa buena opinión está justificada.
Pero conviene profundizar al preguntar a otros usuarios sobre su médico, ya que las necesidades, exigencias o modos de entender la salud de esos pacientes pueden diferir de los nuestros. 

Atención Primaria: El primer paso 

Otro referente para conseguir una buena atención es el médico de atención primaria o de familia, que orienta al paciente, le ayuda a interpretar la información médica y a decidir qué hacer y que también le sirve de guía, cuando necesita acudir a otro lugar para efectuarse pruebas, obtener una segunda opinión, tratarse por un especialista o recibir atención hospitalaria. La orientación del médico de familia es decisiva, ya que una persona con dolor de pecho puede pensar que tiene un problema del corazón y que debe acudir al cardiólogo, cuando en realidad puede estar sufriendo un problema músculoesquelético, de ansiedad o abdominal, para el cual debe consultar a otros especialistas.
Se aconseja consultar a un experto si hay que someterse a una cirugía muy especializada o delicada, la cual un cirujano local puede haber practicado pocas veces, pero que un cirujano de un gran centro médico ha efectuado en cientos de ocasiones.
Para determinados casos, también es decisivo el papel de los llamados superespecialistas, como un ginecólogo con experiencia en cáncer de ovarios, que puede ser de gran ayuda en problemas serios como el cáncer, o superespecialistas en la infertilidad, los embarazos de alto riesgo o los estudios genéticos.
Existen desde neurólogos pediátricos, hasta gastroenterólogos superespecializados en trastornos hepáticos o psiquiatras dedicados a la psiquiatría infantil, adolescente o geriátrica, las drogodependencias, o los trastornos del sueño o la alimentación.
Cuando la persona tiene algún tipo raro de cáncer o necesita un tratamiento complicado, lo mejor es que acuda al mayor centro médico con mayor experiencia en ese campo, y que recurra a un especialista con la mayor práctica sobre ese trastorno.
En los casos de problemas muy especificos conviene acudir a un centro médico que tenga los mejores expertos en un determinados trastornos y preguntar al médico cuántas veces ha efectuado la intervención que le aconseja y con qué resultados.
En cualquier caso la confianza en el médico y la posibilidad de una comunicación fluida con él son factores que reparcuten positivamente en la respuesta al tratamiento y en la evolución de la enfermedad.

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