Hambre o Apetito ¿es lo mismo?

Estas sensaciones son diferentes entre si y se encuentran reguladas por distintos factores…
Al
apetito lo definimos como el deseo consciente de comer, que puede ser
especifico, se adquiere por experiencia. En cambio el hambre es un
estado primitivo, no aprendido, asociado a cambios psíquicos
(irritabilidad, tensión), manifestaciones vegetativas (vacío
epigástrico, nauseas, etc.). Es decir, el hambre es la necesidad del
organismo de alimentarse, mientras que el apetito son las ganas de comer
algo específico, antojos, aun en estado de saciedad o sin hambre.
¿Como regularlos?
La
regulación del apetito y el hambre ocurre principalmente en un órgano
llamado hipotálamo a nivel del sistema nervioso central el cual secreta
sustancias que estimulan (dopamina por ejemplo) o inhiben el apetito,
así como también la saciedad (serotonina) (según algunos autores la
aparición de la sensación de hambre se debe mas por una estimulación o
inhibición de la saciedad mas que por factores que regulen el hambre).
Pero no solo intervienen sustancias sino que también existe una
regulación del hambre a nivel de los órganos como por ejemplo la
plenitud gástrica que frena el hambre. Este es el punto de justificación
de porque se indican caldos o sopas por ejemplo a personas con
sobrepeso u obesidad, volúmenes de comidas elevados, ya que la sensación
de plenitud a nivel gástrico contribuirá a frenar el hambre de estos
pacientes.
Otros
órganos que intervienen son el intestino a través de la absorción de
alimento y la secreción de insulina por medio del páncreas. También
existen numerosas sustancias liberadas por el intestino que regularían
el hambre como la colecistoquinina. También existe una regulación del
hambre a través del tejido adiposo, dependiendo de si este debe o no
movilizar reservas.
Con
respecto al apetito, como se dijo anteriormente, es el deseo consciente
de comer y puede observarse una conducta “apetitiva” que esta vinculada
a tradición, costumbres, preferencias, prestigio, religión, científicas
o por razones biológicas.
Los
hábitos alimentarios son los que influyen directamente sobre el
apetito. Algunos hábitos pueden ser sensoriales como el aroma, aspectos
del plato, socioculturales (como la disponibilidad de alimentos),
económicos, de comportamiento (tradición, prejuicios, valor social,
errores populares, moda, etc.). Muchos hábitos suelen ser incorrectos, y
sobre este punto debe trabajarse para una adecuada selección de
alimentos para saciar el apetito y que no ocurran desfazajes en la
alimentación que puedan conducir a alteraciones del estado nutricional
ya sea por exceso (sobrepeso) o por déficit (anemias por ejemplo).
Debemos alimentarnos para saciar el hambre y proveer a nuestro organismo
de los nutrientes necesarios para un correcto desarrollo y
mantenimiento del mismo.
Causas del hambre
El
hambre puede ser también un síntoma de enfermedad si comiendo no se
satisface, o si está acompañada de otros síntomas como cambios de peso
inusuales, requiere que el paciente visite al médico. Existe una gran
variedad de condiciones que pueden originar trastornos en el hambre.
Algunas son de naturaleza fisiológica y otras son psicológicas, e
incluso una combinación de ambas. Es muy importante consultar al médico
en cuanto se inicie alguno de estos.
Los más comunes son:
Ø Bulimia.
Es un trastorno alimenticio caracterizado por comer en exceso y, a
continuación inducir el vómito o usar purgantes para no engordar. Afecta
a principalmente a mujeres desde la adolescencia hasta los 30 años,
pudiendo durar varios años. Puede ser mortal.
Ø Anorexia.
Consiste en limitar voluntariamente la ingesta de nutrientes
principalmente por razones “estéticas”, quedando la víctima en riesgo de
sufrir avitaminosis o desnutriciones severas. Puede llegar a ocasionar
la muerte. Se presenta principalmente en mujeres desde la adolescencia
hasta los 30 años.
Ø Fibrosis quística.
Es una enfermedad hereditaria que aparece en la niñez, provocada por la
disfunción de las glándulas que producen moco, saliva y sudor. Estas
producen una mucosidad densa que bloquea los pulmones produciendo tos
crónica. También hay obstrucción del flujo de algunas enzimas del
intestino delgado por lo que el niño no puede metabolizar y digerir bien
la comida, presentando un apetito voraz, gran consumo de comida y
hambre persistente.
Ø Depresión.
Los problemas emocionales determinan cambios en los patrones
alimenticios. Resolviéndose el problema emocional estos mejoran, sin
embargo, entre los principales síntomas de la depresión clínica se
encuentran cambios persistentes en los patrones alimenticios.
Ø Medicamentos.
Ciertos medicamentos pueden producir cambios en el apetito, por
ejemplo, si se toman corticosteroides se siente hambre voraz; por eso
quienes toman esos medicamentos aumentan de peso. Las anfetaminas
reducen el apetito, pero crean adicción.
Ø Estrés.
Cuando se encuentran sujetas a grandes niveles de estrés, algunas
personas pierden el apetito y dejan de comer, situación que se
regulariza al desaparecer el estrés. En ciertos individuos, por el
contrario, al someterse a estrés incrementan su apetito, comiendo
compulsivamente.
Como
las causas son diversas, es difícil establecer un patrón de signos y
síntomas. Lo mejor es asistir al médico si los hábitos alimenticios
cambian sin razón aparente, si se experimentan trastornos digestivos y
si comer, o dejar de hacerlo le causa irritabilidad o inquietud.
Tratamiento y asistencia
El
proceso de hambre es una situación fisiológica desencadenada por el
propio organismo para avisarnos de la necesidad de tomar alimentos para
compensar las necesidades energéticas del cuerpo. Para subsanar estos
problemas bastará con la ingesta de alimentos. Otros procesos
patológicos (bulimia, anorexia, obesidad) pueden requerir: Dietas,
Psicoterapia, Medicamentos, Cirugía.
Siempre
que exista aumento o disminución del hambre debe consultarse con el
medico ya que puede encontrarse alguna enfermedad que sea la causante de
este padecimiento (diabetes, hipertiroidismo). También visite al médico
si pierde o gana peso de manera intempestiva. Debe mantenerse una
alimentación balanceada, cuidando que sea equilibrada y percatándose de
los excesos para evitar otras enfermedades. La información presentada en
este espacio es solo de carácter general y educativo. En ningún caso
dicha información reemplaza la atención del profesional de salud que
corresponde o el diagnóstico o tratamiento de una enfermedad
determinada.