¿Qué hacer cuando los niños muerden?
Muchos niños en sus primeros años de vida pasan por esta fase.
Muerden a su mami y a su papi o a otros niños. Los padres de los niños
que han sido mordidos se convierten en defensores a ultranza de sus
hijos, es lógico, tienen que proteger a sus niños y, claro, suelen
defenderlos atacando al “mordedor”. Pero este comportamiento muy común
no tiene nada que ver con que el niño sea bueno o malo o cómo esta
siendo educado por sus padres.
Desde que son bebés los niños experimentan la sensación de morder,
en especial cuando les están saliendo los dientes. Cuando muerden a sus
padres, ellos pueden imitar un llanto y hablarles de su dolor de
manera que, poco a poco, sus hijos vayan comprendiendo que es algo
negativo. Es un proceso de aprendizaje que ayudará a que comprendan que
morder es una agresión que causa dolor y daño a la persona a la que
muerden. Los bebés y los niños pequeños necesitan experimentar para
aprender y, seguramente, cuando otro niño les muerda así será.
Los niños pequeños muerden cuando están con miedo o frustrados
Cuando el niño llega a los dos años ha comprendido que una mordida
duele, entonces los adultos piensan “si ya sabe que duele ¿por qué lo
hace? Según la especialista Patty Wipfler, creadora del Instituto de
liderazgo para padres, en Palo Alto, California, los niños pequeños no
deciden morder porque sí, ellos son generosos de corazón y no quieren
herir a nadie. Si un niño a esta edad muerde es debido a la gran
tensión que de pronto se produce en su cerebro. No es que lo haya
planificado y él no sabe cómo pararlo. “La mordida de un niño pequeño
es como un estornudo o un ataque de tos, su cuerpo lo hace debido a
razones intensas que no están bajo su control”, dice Wipfler.
Añade que una de las razones principales por las que los niños
muerden es debido a que sienten temor o frustración. Si no han tenido
su tiempo necesario de relajamiento y cercanía con sus padres y
cuidadores o cuando el estrés en sus vidas se ha elevado, no saben cómo
expresar sus temores o frustraciones de manera natural, a través del
llanto o una rabieta. Para ellos la situación no luce favorable para
ser expresada a través de ello pero como están allí, si llegan a la
intolerancia con seguridad van a morder a alguien.
Los niños necesitan la oportunidad para expresar sus frustraciones,
temores y desengaños diarios. Ellos quieren estar cerca de mamá y papá
pero ellos tienen que ir a trabajar, arreglar la casa, hablar por
teléfono o cuidar a los hermanos. De manera que la tensión crece, uno a
uno los desencantos y sentimientos de soledad les atacan. Los eventos
ordinarios de un día pueden fácilmente llevarlos a sentirse angustiados
y solitarios, a pesar de que los adultos consideren que no hay razón
para ello.
Además, las tensiones que pueden hacer que muerdan pueden provenir
de situaciones recientes que les han afectado: el nacimiento de un
hermano, la ausencia de papá o mamá, ver escenas violentas en la
televisión, el cambio de vivienda, etc. Por ello, todo lo que el niño
pequeño necesita para relajarse y combatir la tensión que le lleva a
morder es amabilidad de parte de los adultos y un intento notorio de sus
padres y cuidadores de querer estar conectados permanentemente.

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